Cualquiera que haya estado recientemente en China o USA habrá podido ver de primera mano, y experimentar, la situación real en la que se encuentra el efectivo como medio de pago en ciudades con características diversas, bien por el número de habitantes, nivel de desarrollo y/o interes turístico interior y exterior.  Si bien el momento no es el mismo en la primera potencia económica mundial que en la que está llamada a serlo en los próximos años, circunstancias que se están produciendo en estos países de referencia me llevan a escribir estas líneas y a compartir con vosotros datos que pueden hacernos vislumbrar potenciales riesgos que hoy por hoy no se tienen en cuenta cuando se debate y/o se promueve la desaparición del efectivo (cashless) en función de lo visto en los dos países.

A modo de introducción, sabemos que los estadounidenses adoptaron como medio de pago las tarjetas de crédito y débito en la década de 1970, mientras China estaba todavía sumida en su Revolución Cultural perdiendo, en gran parte, el tren de esta tecnología. Sin embargo, un cambio muy rápido hasta 2017 llevó a que los pagos con móviles en China superaron al de los estadounidenses en una proporción de 50 a 1. Sin la competencia de las tarjetas de crédito, los pagos móviles fueron adoptados por el 70% de los 753 millones de usuarios de teléfonos inteligentes de China a finales de 2017. (https://singularityhub.com/2018/09/07)

Por lo que he visto en los dos países, puedo confirmar lo dicho más arriba. En China es muy complicado pagar con tarjetas de crédito y por supuesto el efectivo casi no existe. De hecho, conseguir yuanes me recordaba épocas pasadas en Argentina cuando existían “n” posibilidades de cambio para obtener dólares.

Mientras que en USA la tarjeta de crédito goza de buena salud y el efectivo sigue circulando como siempre, y la cantidad las personas que pagan con móvil es aún testimonial comparativamente hablando.

Pero la reflexión no quisiera llevarla sólo y exclusivamente a los pros y contras sobre la realización de pagos en efectivo, tarjetas de crédito o móviles, sino a los riesgos que, a mi modo de entender, tiene para los ciudadanos la desaparición del efectivo como medio de pago o, mejor dicho, la “imposición del pago mediante el móvil” y lo que ello conllevaría desde el punto de vista de la libertad y privacidad para las personas, sin entrar en otras cuestiones de control financiero y fiscalidad.

Está claro que no nos podemos oponer al avance “exponencial” de los cambios tecnológicos pues, como dice Ray Kurzwell en su libro La singularidad está cerca, “durante el siglo XXI no experimentaremos cien años de avance tecnológico, sino que presenciaremos alrededor de veinte mil años de progreso medidos al ritmo del progreso actual, o alrededor de  mil veces más de lo conseguido en el siglo XX”. Sin embargo, China que está a la vanguardia mundial en sistemas de vigilancia (reconocimiento facial, drones para vigilar fronteras, bases de datos de ADN, matrículas, informes médicos, registros bancarios, y otros en pruebas) para acumular información sobre los ciudadanos y poder clasificarlos como “buenos” o “malos”, ha conseguido, pasando de las tarjetas de crédito y el efectivo a los pagos móviles, dejar atrás la noción del crédito. Y aquí es donde entran aplicaciones impulsadas por IA para las microfinanzas. Aplicaciones que dependen casi exclusivamente de sus algoritmos para hacer millones de micropréstamos. Para ello, la aplicación solicita acceso a parte de los datos del teléfono del usuario y sobre la base de sutiles variables puede predecir, con bastante alta precisión, la probabilidad de que pague el préstamo de 300$. (https://blogs.elconfidencial.com/mundo/mondo-cane/2018-08-23/china-campo-pruebas-futuro-represion-politica).

Con todo lo expuesto, creo que se debe seguir analizando y reflexionando sobre como la desaparición del uso del efectivo, e incluso de las tarjetas de crédito/débito, como medio de pago afectarán a los ciudadanos en el debilitamiento de su libertad y privacidad, y quizás potenciando, y en algunos casos beneficiando, el control de la sociedad por los gobiernos y las corporaciones empresariales, pues la tecnología que se aplica en China está siendo comprada o imitada en el resto del planeta.

Antonio Villaseca

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2 Comentarios

  1. Gracias Antonio.
    Muchos de los temas que apuntas realmente dan un poco de vértigo y como hemos tenido ocasión de comentar en alguna ocasión, nos acercan cada día más al Gran Hermano y al imperio de la verdad siempre demostrable.
    son noticia los atracos que siempre se han perpetrado, los accidentes que siempre han ocurrido y las incongruencias de las personas que siempre se han conocido, pero que ahora se ven, se oyen y se propagan a toda velocidad, llegando al confín de cada bolsillo.
    Con los medios de pago dimos el salto al mundo on line hace más de 40 años. Ello supuso una revolución y un éxito social y empresarial de gran impacto a nivel mundial; aunque ello conllevara llevar encima un trocito de PVC, junto con los billetes y la documentación de identidad y el carné de conducir. El big data ya estaba servido.
    En la era de la Informática y las Telecomunicaciones tiene sentido que el wallet del móvil sustituya a la billetera a todos los efectos, no solamente por razones comerciales y de comodidad para el usuario, sino también por los costes de edición, creatividad, personalización, distribución y mantenimiento que conlleva la actual tarjeta de plástico. Si además se plantea este asunto en el inmenso mercado chino, en libre competencia desde 2015, parece imparable acometer este despliegue de manera rápida, universal, barata y sostenible, basado en el pago por Smart phone.
    Cosa muy diferente será que tendremos que ser conscientes, asimilar y asumir que los móviles son un el gran espía de nuestras vidas, que además de decir que compramos y dónde, puede informar de nuestro estado de salud, ánimo, actividad, posición, gustos, relaciones, ideas,…
    ¿Qué harán con nuestros datos las grandes multinacionales y los Gobiernos? Gobernarnos y juzgarnos.

  2. Muy buen analisis de casos tan dispares como el chino y el Norteamericano.
    Con respecto a la reflexión de la falta de privacidad, creo que es algo que nos afecta a nuestra generación que nacimos sin la esclavitud de la conectividad, la generación de mis hijos (nativos esclavos del móvil) tiene asumido el peaje y saben que están totalmente monitorizados en todo momento, incluso llegan a bromear con ello.
    Yo no voy a anticipar el fin del cash, si lo hubiera hecho hace años me hubiera equivocado, pero la gente a mi alrededor que lo utiliza en EEUU son gente que supera normalmente los 50 y lo hace por diversos motivos (mejor control de las finanzas, dinero gris…), los jóvenes usan cerca de 0% la moneda y cada vez puedes ves más aplicaciones móviles para envío de pequeñas cantidades de dinero entre particulares (Zelle…)
    Pero como Google publicó hace poco, los datos serán el futuro oro.