El 24 de Abril, en una fiesta privada en Lima, el Embajador de China en Perú anunció  a los invitados que el país latino americano iba a firmar un memorando de entendimiento par adherirse a la iniciativa china de infraestructura “Belt & Road” (BRI). Este anuncio se realizó mientras China estaba acogiendo su segundo foro Belt & Road . Más de 5.000 participantes de más de 150 países llegaron a Beijing para formar parte de este evento de tres días, atraídos por la posibilidad de miles de millones de dólares en fondos chinos para proyectos de infraestructura. El evento incluyó la participación de los líderes de países clave tales como Austria, Hungría, Italia (el primer país del G7 que firmó el BRI), Laos, Myanmar, Nepal, Pakistán, Portugal, Singapur y Suiza además de importantes instituciones como el Banco Mundial. ¿Qué es realmente el BRI y por qué es tan importante? ¿cuál es su impacto a nivel mundial en términos de comercio, inversión e incluso política?

La iniciativa china “One Belt One Road” de infraestructura y comercio para el mundo se anunció en 2013 orientándose a conectar países a lo largo de la antigua ruta de la seda mediante la construcción de puertos, autopistas y vías férreas. La iniciativa tiene dos vertientes: la ruta de la seda terrestre y la marítima. Además, la iniciativa va más allá de la conectividad y pretende garantizar la mejora de las fronteras, crear zonas económicas especiales para inversiones atractivas e invertir en energía, minas y tecnología. Desde 2017, esta iniciativa está incluida en la constitución del partido comunista chino y ya ha sido firmada por 126 países y 29 organizaciones internacionales . Esto significa que la iniciativa potencialmente implica dos terceras partes de la población mundial, una tercera parte del PBI mundial y la logística de una cuarta parte de los bienes y servicios mundiales.

Esta gran iniciativa – promovida por el presidente Xi – ya ha empezado a dar sus frutos. De acuerdo con datos oficiales, desde 2013 – en año en que se anunció – hasta 2018 el volumen de comercio entre China y los países que forman parte de la iniciativa ha superado los$6 trillones , con una media anual de crecimiento del 4%; mientras que la inversión directa de China en los países que forman parte de la iniciativa ha superado los $90 trillones, con una media anual de crecimiento del 5.2%. De acuerdo con el Ministro de Comercio de China los flujos de inversión para los proyectos alcanzaron alrededor de $15 billones por año y los contratos firmados con los países que forman parte de la iniciativa están creciendo hasta un 11.9% anual llegando a los $600bn . Y no todo es comercio físico e inversión: China también ha establecido unos mecanismos de cooperación de e-commerce con 17 países.

Con estas cifras tan asombrosas, debemos preguntarnos si todo este bombo es real y si el BRI realmente cumplirá su promesa de aumentar el comercio y la riqueza incluso a los pequeños granjeros de Tailandia tal y como demuestra este vídeo tan optimista. Debido a que muchas de las cifras provienen de China, las relacionadas con el BRI deben de ser cogidas con pinzas. En primer lugar en China a menudo se aportan números más elevados que los reales. En segundo lugar, las cifras presentadas no solo consideran la inversión china, sino que incluyen otros proyectos de financiamiento privado local e internacional, lo que dificulta la identificación de la inversión exclusivamente china. En tercer lugar, los números usados para resaltar el BRI no necesariamente reflejan el trabajo realizado por el mismo. El BRI ha renombrado muchos proyectos existentes en los que China se ha embarcado desde el año 2000. De hecho, hoy en día, cualquier inversión China en casi cualquier lugar del mundo supone una estrella más en el firmamento Belt & Road. Por último, la iniciativa ha tenido que hacer frente a una creciente crítica que argumenta que dicho proyecto supone una ‘trampa de deuda’, donde los créditos chinos pueden llegar a agobiar a los países y hacerlos altamente dependientes de China. Debido a este último punto ya ha habido una serie de proyectos que han tenido que ser renegociados o cancelados en países como Myanmar y Pakistán.

Todo esto, sin embargo, no significa que el proyecto BRI no siga manteniendo su impacto en el resto del mundo. Si bien las estimaciones varían, Morgan Stanley ha predicho que los gastos generales de China a lo largo de la vida de la iniciativa podrían alcanzar los US $ 1,2 a 1,3 billones para 2027. Por supuesto esto es una cifra global y predeciblemente los países vecinos verán mejor estas ganancias inesperadas. Por ejemplo, Pakistán es el anfitrión del pasillo económico China-Pakistán: el mayor, con diferencia, de los proyectos incluidos en el BRI que supone un total de $68 billones. Este pasillo, que cuenta con página web propia, incluye proyectos de infraestructura y energía que van desde plantas energéticas de carbón en Karachi al puerto de Gwadar (con puertos, autopistas, un hospital y una zona franca económica).

El impacto incluso llega más allá de Asia y ya casi ha alcanzado Europa. Las inversiones chinas, tanto públicas como privadas, en el viejo continente se han expandido significativa y estratégicamente en sectores relevantes entre los que se incluye la energía, las infraestructuras, telecomunicaciones y banca. Algunos ya han hecho sonar la alarma diciendo que China quiere ganar influencia en Europa y en general en Occidente. Las últimas tensiones que han rodeado a Huawei, la mayor compañía China de telecomunicaciones, debido a los riesgos de ciberseguridad asociados al desarrollo de la red 5G en Europa es un buen ejemplo de ello.

¿Todo esto es motive de preocupación? Mientras que la relación de Huawei con el gobierno chino no es del todo clara, en enfoque de este artículo es diferente. La iniciativa Belt & Road ha sido elogiada por unos y criticada por otros. Algunos la han denominado como el ‘Plan Marshall chino’, de acuerdo con la promesa de desarrollo, empleo y crecimiento que produjo el plan posterior a la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo otros han transmitido que el proyecto está sólo enfocado a las ganancias de China y a la mejora de la posición estratégica de China en todo el mundo. Una cosa está clara: BRI no está enfocado al auxilio sino al beneficio (es una inversión china, para beneficio de China usando a trabajadores de China) y por lo tanto la verdad se encuentra en algún punto intermedio. Mientras que algunos ven en ello ventajas económicas para proyectos de infraestructura y energía, otros son cautelosos respectos a los retos geopolíticos. Cualquiera que sea la respuesta, una cosa está clara, BRI no es una reconstrucción nostálgica de la Ruta de la Seda que una vez fue usada por Marco Polo y Kublai Khan.

Miguel Ángel Lara Otaola