El pasado mes de junio conocíamos la lista de morosos con la Seguridad Social. Que nadie se asuste, no voy a escribir sobre ese tema, pero sí me gustaría destacar al número de empresas pertenecientes a la industria de la seguridad privada que recurrentemente aparecen en ese listado cada vez que se publica una nueva actualización.

En este sentido, hemos conocido hace unas semanas la entrada en concurso de acreedores de una empresa con cierto renombre en este sector, con lo que se sigue incrementando el número de compañías de servicios de seguridad privada que podrían engrosar la relación de las que van desapareciendo año tras año.

Hace unas semanas asistimos, dos años después, a la repetición de la huelga de vigilantes de seguridad en el Aeropuerto del Prat en Barcelona. Ha cambiado la empresa adjudicataria del concurso, pero según parece no han cambiado los problemas de fondo.

¿Esto a qué es debido? ¿Es un problema de capacidad en la gestión empresarial? ¿Es que el modelo de negocio que no da para más?, o ¿el problema está en el mercado?

Me imagino que no habrá una única respuesta, y yo desde luego tampoco la tengo. Lo que se puede comprobar fácilmente es que prácticamente todas empresas, y no solo del sector de la seguridad (qué decir de las entidades financieras) hablan y presumen de que se han subido a las alas de las nuevas tecnologías, la transformación digital, etc., para ofrecer nuevos servicios y soluciones al mercado.

Sin embargo, aún hoy no tengo noticias sobre alguna innovación realmente significativa que haya presentado una empresa del sector en la propuesta de servicios de protección que realiza a sus clientes. No me estoy refiriendo a aparatos o “chirifluses”, o la tan manida propuesta de servicios combinados que conocemos desde hace décadas, sino a la innovación en servicios seguridad que de alguna manera haya cambiado en el cliente la percepción/aportación de valor.

El día 18 de septiembre pasado conocimos lo que ha sido la primera adquisición de un negocio de alarmas por parte de una operadora de comunicaciones. La estrategia de la parte vendedora no la conozco, pero en mi opinión siembra dudas sobre quien posee la tecnología de este servicio, teniendo en cuenta que la operadora ha señalado que el objetivo de esta alianza es desarrollar el negocio de las alarmas “mediante la combinación de las capacidades complementarias de ambas compañías”. Dicho de otra manera, ¿ha dejado de ser la alarma el factor básico de solución de seguridad, al integrarse en un conjunto de procesos más o menos relacionados con dicha seguridad? ¿La alarma ha quedado como un elemento más en una suma de procesos, que trascienden y amortiguan la importancia de la seguridad en beneficio de otras funcionalidades de interés para los clientes? ¿Son las telecomunicaciones o son las alarmas quienes protagonizarán el futuro de la seguridad de los hogares y empresas? En un mundo donde las máquinas conversarán entre sí ¿qué papel jugará la alarma en eso todo conectado? Es obvio que ese acuerdo entre las dos grandes corporaciones resulta muy sugerente para plantearse preguntas cuyas respuestas serán claves para el futuro del sector.

Todos los días oímos hablar de innovación. Los empresarios, no solo de este sector, recurren a menudo a este concepto en las conversaciones con los clientes, en sus ofertas comerciales, catálogos, reuniones con empleados, etc., pero a menudo esto no es más que retórica hueca frente a las actuales tendencias radicalmente disruptivas impulsadas por corporaciones tecnológicas y operadores tecnológicos, que aplican visiones estratégicas totalmente diferentes, siempre apalancadas en el conocimiento del cliente.

Pero ¿qué es innovación?, para contestar esta pregunta me voy a quedar con la siguiente definición: “Innovación son ideas originales que generan valor, social o económico, de forma sostenible” (Fundación Innovación Bankinter).

En este sentido creo que la innovación es básicamente una actitud y no un resultado, una estrategia y no una pose, y qué por supuesto no se alcanza tan sólo utilizando/implementando tecnología, sino gestionando el cambio en el negocio, estando con y teniendo cerca a los clientes. Sobre esto es interesante observar lo que ocurre y ha ocurrido en otros sectores, en los que la innovación del negocio se ha dado y de la cual también se puede aprender. Por lo tanto, el foco debe ser la innovación en el negocio centrada en el cliente; la tecnología vendrá después (Gabriella V. Orille).

Hoy los clientes afrontan los retos que imponen los formidables cambios tecnológicos, tan masivos como veloces, y eso plantea nuevos retos al universo de las actuales soluciones de seguridad, desde la comprensión del verdadero alcance de estos avances hasta la redefinición del propio concepto de la oferta. Los productos y servicios convencionales pueden envejecer terriblemente si no se integran en el proceso de cambio tecnológico, y eso en este sector requiere de una nueva “inteligencia de la seguridad”, que redefina esta desde las nuevas leyes del novedoso y disruptivo paradigma tecnológico.

La industria de la seguridad privada debería evolucionar basándose primeramente en la innovación en el negocio teniendo en cuenta siempre al cliente, por supuesto sin abandonar la aplicación de las nuevas tecnologías y la transformación digital, pero nunca tomar esto último como la bandera que guíe la estrategia de crecimiento e innovación del modelo de negocio, de otra manera es muy probable que continúen apareciendo noticias como las citadas al comienzo de este escrito, pues como dijo ALGUIEN “si quieres cambiar algo, no sigas haciendo lo mismo”.

Antonio Villaseca