Entre el año 1994 y 1995 tuve la oportunidad de vivir el nacimiento de la popularización de la seguridad en el apartado de los sistemas de alarma: Securitas Direct. Desde el mismo día de su salida al mercado otras empresas trataron de competir, pero claro lo hacían desde supuestos y estrategias anacrónicas.

Como el posicionamiento y crecimiento de esta empresa era imparable, la competencia comenzó a utilizar argumentos que iban desde que no eran profesionales, que los productos y soluciones que proponían no funcionaban, que básicamente faltaban a la verdad. Como estos argumentos fueron bastante banales e ineficaces, se pasó a pedir ayuda y presionar a la Administración, buscando la protección de la legislación en materia de seguridad privada para desacreditar a esta empresa, aunque el objetivo fundamental fuera proteger el ya entonces cuestionable modelo de los sistemas de seguridad para las viviendas y el pequeño negocio derivado de una evidente falta de visión e innovación.

Algo similar a lo que en la actualidad hacen las entidades financieras cuando piden ayuda a las instituciones para proteger su negocio ante la amenaza inminente de las empresas tecnológicas (Google, Facebook o Amazon), algo incomprensible para muchos dada la estrategia de estos en alejarse de los clientes mediante el cierre de oficinas y la reducción de horarios de caja, animándolos, más bien obligándolos, a utilizar servicios impersonales on-line.

Regresando al relato inicial, desde entonces el crecimiento y la evolución de esta empresa ha sido imparable, siendo hoy la compañía con mayor cantidad de conexiones de alarma en España y posiblemente en Europa. Tal es así que ha conseguido que los ciudadanos, cuando se refieren a que van a proteger sus inmuebles instalando una alarma, usan directamente el nombre de esta empresa para expresarlo. Sus novedosos planteamientos comerciales, tecnológicos y operativos han estado siempre en el límite de lo permitido por la legislación de seguridad privada, como corresponde a un líder en cualquier sector económico que juega un papel innovador como motor de cambio conceptual en el mercado en el que se mueve.

Pero el motivo real que lleva a escribir este comentario es la nueva situación que, a mi modo de ver, plantea la primera adquisición que hace una empresa de tecnología de la división de alarmas de una las primeras empresas de seguridad en nuestro país. Me refiero concretamente a cómo va a gestionar la legislación vigente y/o el nuevo reglamento en materia de seguridad privada, que por cierto nunca llega, los sistemas y servicios de alarmas que comercializará una empresa que no tiene que ver nada con este sector. A más, estos servicios de seguridad serán parte de un puzzle comercial que incluirá entre otras propuestas: televisión por pago, acceso a internet, domótica, telefonía fija, telefonía móvil, sistema de alarma conectado a central receptora, etc., como un todo paquetizado comercialmente.

Me pregunto si no estaremos asistiendo realmente a un cambio de paradigma en el que los servicios de seguridad (ahora alarmas, mañana ya veremos) comenzarán a ser comercializados y operados por nuevos actores provenientes de las nuevas tecnologías y la transformación digital. Veremos más pronto que tarde si la seguridad será un elemento central del bienestar de las personas y empresas, o, por el contrario, será un apéndice más de un catálogo de funcionalidades tan cotidianas como apagar las luces o detectar una fuga de agua. O dicho de otra manera, si podremos hablar de una seguridad del siglo XXI con entidad propia, o por el contrario de una seguridad reducida a un proceso más en una oferta tecnológica/comercial más compleja y diversa.

En este caso las empresas de seguridad, ¿también solicitaran ayuda a la Administración para proteger sus intereses económicos? En este novedoso escenario, ¿cómo será el rol de la Administración en materia de seguridad privada? Por otra parte, ¿qué tipo de protección tendrá el ciudadano en relación a la divulgación a terceras partes de servicios sensibles que tiene contratados a través de una operadora tecnológica? Supongo que los Órganos reguladores y Administrativos de los servicios de la seguridad privada en nuestro país tienen las respuestas para estas y otras preguntas que nos hacemos profesionales y usuarios. Si es así sería bueno conocerlas.

Debemos estar atentos a las pantallas pues, salvo que lo acontecido sea un espejismo, creo que más pronto que tarde llegarán más cambios disruptivos para la industria de la seguridad privada, la cual, ante la falta de visión, innovación real y adaptación, puede verse superada por nuevos actores provenientes de las multinacionales tecnológicas con soluciones basadas en el Big Data, inteligencia artificial, seguridad predictiva, autómatas, etc.

Entonces se intentará una vez más pedir ayuda para intentar poner puertas al campo. Y visto lo visto en los últimos años, ya sabemos cómo suele acabar eso…

 Antonio Villaseca