Hace unos meses el Fondo para la Paz, organización sin fines de lucro con base en Washington, D.C. dio a conocer su Índice de Estados Frágiles de 2019.  Este índice es un ranking de 178 países que no sólo mide las presiones normales que enfrentan los estados, sino que busca identificar aquellas presiones que sobrepasan la capacidad del estado para hacerles frente.  El índice se basa en el enfoque CAST (Conflict Assessment System Tool- Herramienta de Evaluación de Conflictos), desarrollado para medir la vulnerabilidad de un estado y entender las condiciones de contexto que pueden facilitar el surgimiento de conflictos –tanto internos como externos. Se trata, esencialmente, de un índice de gobernabilidad.

CAST se compone por un total de 12 indicadores, agrupados en cuatro rubros. El primero de ellos, ‘Indicadores de Cohesión’ destaca aspectos como el monopolio sobre el uso de la fuerza, la fragmentación entre élites políticas, conflictos de identidad nacional y divisiones políticas. El segundo de ellos, ‘Económicos’ considera aspectos como finanzas públicas, entorno de inversión, igualdad de oportunidades y fuga de cerebros. El tercero ‘Políticos’ evalúa la legitimidad del estado y la confianza en sus instituciones, la presencia de servicios públicos básicos, y el respeto al estado de derecho. El cuarto ‘Sociales y transversales’ incluye presiones demográficas y sobre recursos, de personas desplazadas y el impacto de actores externos en el funcionamiento del estado.

Así, considerando la totalidad de factores, la última edición del índice presenta varios hallazgos. En primer lugar, nos describe las naciones más frágiles del mundo. Empieza por Yemen (113.5 sobre 120 puntos), que desde 2015 vive una cruenta guerra civil con intervención extranjera donde más de 17,640 personas han muerto, y 14 millones sufren inseguridad alimentaria. A Yemen se suman Somalia, Siria, Sudán del Sur y la República Democrática del Congo. En el otro extremo encontramos a Finlandia (16.5 sobre 120), acompañado de Noruega, Suiza, Dinamarca y Australia.

La Figura 1 nos muestra los rankings internacionales. La escala de medición va de 1 (puntaje más alto que revela la alta sostenibilidad de un país), hasta 120 (extrema fragilidad y alto riesgo). Entre estos dos polos, encontramos un amplio rango de países que se sitúan en alguna de las siguientes 10 categorías: muy sostenible, sostenible, muy estable, estable, advertencia, advertencia elevada, advertencia alta, alerta, alerta elevada, alerta muy elevada. De un total de 178 países, apenas 59 se encuentran en categorías de estable a superior (menos de 70 puntos); 24 se colocan en advertencia (entre 60 y 70 puntos) y los 95 restantes en niveles superiores de riesgo (más de 70 puntos).

Figura 1. Fragilidad Estatal, 2019.

El informe también destaca los países que más empeoraron desde la última evaluación, en 2018. Venezuela, Brasil y Nicaragua encabezan la lista. En Venezuela, las elecciones de 2018 presentaron serios problemas de integridad, lo que llevó a una crisis política profunda con un presidente altamente cuestionado por la oposición, la ciudadanía y la comunidad internacional. En Brasil, la llegada de Jair Bolsonaro tras una campaña electoral divisiva, acompañada de un mal desempeño económico y elevados niveles de corrupción, contribuyeron a esta caída. A su vez, la caída en Nicaragua se explica por la política del presidente Daniel Ortega, buscando mantenerse en el poder indefinidamente. Esto provocó protestas en las calles, seguidas por represión gubernamental. El cuarto lugar en esta lista fue sorpresivamente ocupado por el Reino Unido, que desde el referéndum de ‘Brexit’ en 2016 ha mostrado divisiones importantes en el gobierno y falta de certeza política y económica para el futuro del país.

También se mencionan los países que más han mejorado. Encabezan la lista Etiopía, que desde 2018, con la designación del Primer Ministro Abiy Ahmed, ha visto iniciar una serie de reformas que buscan abrir el país y avanzar hacia un régimen más plural, además de una reducción en tensiones regionales, marcadas por un cese de agresiones con su vecina Eritrea. Kenia aparece en segundo lugar de mejoras, ya que ha logrado superar el conflicto y las divisiones legado de las controvertidas elecciones generales de 2017, y en virtud de que los principales líderes del gobierno y la oposición (que finalmente aceptó los resultados electorales) han buscado colaborar.

Asimismo, el índice menciona los países que en la última década han registrado más avances y retrocesos. Entre los primeros se encuentran Georgia, Cuba, Moldova y Uzbekistán, con aumentos de entre 15 y 20 puntos. Sin embargo, como lo indica el índice esto no necesariamente se debe a una mayor apertura, libertad y respeto a las leyes en el país, sino que refleja un avance desde una situación inicial precaria y autocrática. Por otro lado, los países con más retrocesos son Libia, Siria, Mali, Yemen y Venezuela, que cuentan entre sus causas profundas divisiones internas, guerra civil y crisis económicas y de desabasto.

Finalmente, cabe mencionar que a nivel regional también encontramos diferencias. Europa es un ejemplo. En un lado de la escala – en el rango de muy sostenible- se encuentra la ya citada Finlandia, líder mundial con 16.9 puntos, y seguida por Noruega (18 puntos), Suiza (18.7), Dinamarca (19.5) e Islandia (19.8). Suecia, Luxemburgo, Irlanda, Alemania, Países Bajos, Austria, Portugal, Eslovenia y Bélgica les siguen de cerca en el rango de ‘sostenible’, con entre 20 y 30 puntos. Países como Francia, Reino Unido, España, Italia, Croacia y Rumania clasifican como ‘más estables’. Sin embargo, en las fronteras de la Unión Europea, Macedonia (64.6), Armenia (66.7), Moldova (67.1), Serbia (68), Bielorrusia (68.2), Ucrania (71), Bosnia Herzegovina (71.3) y Georgia (72) presentan niveles de advertencia o advertencia elevada.

Si bien el índice retrata casos de retroceso o de franca alarma en algunos países (desde Yemen hasta Venezuela), también nos da algo de esperanza hacia el futuro. Citando el informe, a pesar de esto, la tendencia a largo plazo es positiva y la realidad está mejorando, aunque sea gradualmente y las condiciones para una mayoría de las personas en el mundo están mejorando. Para 146 de 178 países, 2019 fue un mejor año que 2018 y un número similar de países ha registrado mejoras en la última década. Así, los autores llaman a que a pesar de que existe fragilidad importante, se vea el lado positivo de la tendencia. Se invita a los lectores a utilizar este índice de gobernabilidad para entender un poco mejor el contexto de vulnerabilidad o estabilidad (como un índice amplio y general, sin sustitución de un análisis de riesgo específico) de los países en donde conducen operaciones.

Miguel Ángel Lara Otaola