Al comienzo de que se decretase la alarma nacional, fuimos de los primeros en hacer un reconocimiento a los profesionales de este sector por su colaboración con los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado en garantizar la protección y seguridad de ciudadanos, empresas, infraestructuras críticas, etc., en nuestro país, valorando el extraordinario esfuerzo en esta crisis para mantener los servicios en un contexto nuevo, así como la gran profesionalidad de los vigilantes y técnicos para que todo funcione con normalidad a pesar de la anormalidad de la situación en clientes y proveedores. Sería importante que los encargados de Legislar y Administrar esta industria valoren la importancia estratégica del sector en su conjunto.
La industria de la seguridad privada ha sido vista durante mucho tiempo como un sector resistente a la recesión. Las pocas veces que el sector mostró signos de debilidad en una recesión, se recuperaba rápidamente en paralelo con la economía general. Eso no ha sido así después de la gran crisis acontecida después de 2008. Al cierre de 2019 el sector de la seguridad privada en España no había recuperado aún el volumen de negocio del año 2008, por lo que ha quedado demostrado que otros vectores han influido para que la acostumbrada recuperación no se produjera como antes ocurría.
Es posible que este fenómeno pueda darse de nuevo, y que las empresas de seguridad se vean afectadas directamente por el COVID -19.
Según parece, es tal el impacto en los ingresos en el mes de marzo, que la mayoría de las denominadas “grandes del sector” ya han cerrado, o están punto de cerrar, las negociaciones con los sindicatos relacionadas con el número de trabajador@s que engrosarán en un primer momento las listas de los ERTES, así como l@s que se verán afectad@s por reducciones de jornada. El tiempo dirá si posteriormente algunos o muchos también irán al paro.
Entre otras, estás son algunas situaciones que están afectando a los ingresos de las empresas de seguridad:
- Las compañías que tenían una gran presencia en líneas aéreas, aeropuertos, puertos, hoteles y restauración, están sufriendo una caída muy grande en los ingresos. Obviamente se acabará recuperando, pero la mayoría de los ingresos se pierden para siempre durante el tiempo en que el país está básicamente cerrado.
- Las empresas con clientes en los sectores de la distribución están experimentando una creciente demanda de servicios adicionales.
- Las compañías con presencia en comercios, cadenas de retail, y pequeñas y medianas empresas que no se han considerado como servicios esenciales, están experimentando caídas dramáticas en los ingresos y están preocupadas de que estos no regresen cuando termine la pandemia.
- Muchas compañías de seguridad privada de tamaño mediano y grande están cumpliendo solicitudes de servicios que actualmente prestan los servicios públicos, para ayudar a cubrir servicios por falta de recursos debidos a procesos de cuarentena. Algunas de las compañías de seguridad anticipan que esta entrada en el mercado interno puede continuar y será un área de crecimiento cuando termine la pandemia.
- El uso de medios de pago alternativos al efectivo por el incremento del comercio on line.
Por otra parte, la nada desdeñable preocupación por proporcionar los servicios de seguridad y no recibir el pago, lo que obliga a las empresas a estar muy pendientes de las cantidades pendientes de cobrar y verificar las calificaciones crediticias de los nuevos clientes.
Con todo ello se puede hacer una “gruesa” estimación sobre el impacto que tendrán en los resultados las empresas de seguridad, que en 2019 alcanzaron crecimientos en el entorno del 4:5% orgánico (8:10% en total). El impacto del COVID-19 en el mes de marzo podría afectar con una disminución en los ingresos de entre -1,5 y -2,5%, y una contracción en los márgenes de aproximadamente 1 punto porcentual, en los resultados del primer trimestre de 2020.
Pensando en el futuro, no resulta muy aventurado considerar que algunos efectos económicos provocados por la pandemia serán transitorios, pero otros llegarán para quedarse.
- Las auditorías financieras analizarán más de cerca la capacidad de las empresas para sobrevivir al daño pandémico, especialmente las empresas cotizadas.
- La industria de seguridad privada verá un cambio de paradigma de sus propuestas de planes de protección. Nuestra sociedad y comunidad empresarial recordarán para siempre las dificultades creadas por COVID-19. Aquellos que necesitan protección pasarán a depender menos de los humanos para cumplir la función de seguridad, mejorando así el modelo de seguridad integrada. Aún parece prematuro considerar si esto significa una disminución real en el componente humano para proporcionar seguridad, o simplemente un cambio en la proporción de intervención humana con respecto a la tecnología; pero la respuesta ciertamente se verá en los próximos meses (y años).
- Las empresas de seguridad privada con sólida oferta de servicios, basados en la gestión y control del conocimiento (la ciencia) serán más atractivas. Antes de que la pandemia nos impactara con su dureza, ya nos referíamos a la necesidad de invertir en nuevos modelos de seguridad y protección utilizando tecnología avanzada, big data, inteligencia artificial, con algoritmos para seguridad predictiva o seguridad inteligente, así como el potencial uso de autómatas para la realización de rutinas básicas de vigilancia e información.
Es imposible anticipar el futuro, pero es obvio que la dureza de este periodo excepcional, junto con el cambio en las percepciones y las necesidades de muchos sectores productivos demandantes de servicios de seguridad privada, traerá una profunda alteración de este sector, que se verá sometido a una nueva realidad de mercado por la inevitable secuela del parón económico aún de incierto pronóstico, junto con un nuevo escenario que probablemente presionará aún más en la dirección de un mayor uso y demanda de nuevos recursos tecnológicos, de acuerdo con la tendencia general de la sociedad.
No cabe duda que la dilatada experiencia del sector, la reiterada confianza de los clientes, la capacidad de adaptación a la demanda de los clientes, permite pensar en la capacidad de remontar la situación, especialmente teniendo en cuenta que esto supone para el sector un reto global y no exclusivamente nacional.
Antonio Villaseca