Publica la Fundación FIDE artículo en el que reflexiona sobre el particular. Internet nació sin preocuparse por fijar la identidad de quienes actúan en la red, y quizá sea una de las razones por las cuales la disrupción digital se ha convertido en uno de los mayores cambios. La identidad es un atributo personal e inseparable de cada ser humano. Nuestros sistemas jurídico-políticos se basan en la identidad de los sujetos que los Estados han ido verificando mediante diversas formas documentales a lo largo del tiempo. En este contexto digital, verdad, anonimato y tecnología constituyen tres vectores sobre los que confluyen las problemáticas. La verificación de la identidad es esencial para la seguridad nacional de los Estados y resulta imprescindible para el desarrollo y crecimiento de la economía digital. Así, la acreditación de la identidad se convierte en una cuestión crucial para mantener la confianza en el sistema. Es imprescindible la acción de los Estados para proteger los derechos de los ciudadanos máxime utilizando los datos proporcionados por los smartphones a través de las operadoras.
Antonio Villaseca