Hace unos días nos enteramos de los 249 millones de ataques mensuales a los routers de hogares y empresas, coincidente con el anuncio de la investigación de la UE a varias big tech por sus asistentes personales por voz y otros dispositivos “smart” en el hogar. La Comisaria Vestager quiere comprobar que “los usuarios no están encerrados en un único ecosistema”, porque “cuando las grandes compañías abusan de su poder, pueden rápidamente empujar a los mercados hasta un punto de inflexión en el que la competencia se convierte en monopolio”. Unos dispositivos, ha añadido, que enlazan su hardware con operaciones de retail y una gran recopilación de datos personales, que supone un riesgo si se limita la interoperatibilidad con otras empresas para que los usuarios puedan elegir productos y servicios. Un asunto en el que subyace cómo será el mundo post-PC y post-smartphone, sustituidos por dispositivos autónomos con inteligencia computacional, diseñados para que ningún hábito y dato personal se escape. Un aviso de Bruselas sobre los ecosistemas tecnológicos cerrados, que se refiere a seguridad, libertad de elección, privacidad, también a innovación y libre competencia, porque podemos acabar, como en aquella novela del tristemente desaparecido Juan Marsé, encerrados con un solo juguete.
Gonzalo Suárez